A jugarse por el amor
y a seguir jugando,
aún prisioneros del dolor,
del malestar,
del sinsabor o la maldad,
nunca dejar de jugar
es lo único que nos salvará.
Juego de noche, juego de día,
juego todo el día.
Juego a estar prisionera
y a liberarme.
Juego a que te quiero,
que me dejas,
que te robo el corazón,
lo encadeno
lo guardo bajo el colchón.
A la mañana cuando me despierto
las nubes se fueron,
las cadenas se disolvieron
y mi corazón y el tuyo
siguen cabalgando futuro,
enteros
enteros
Dora
(del face de Mujeres Desapuradas!)
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